Javier López Rodríguez
Serapio, un hombre de avanzada edad, recupera el conocimiento en la bodega de su casa. Está amordazado. Le duele la cabeza. ¿Qué ha ocurrido? Lo sabremos pronto, cuando aparezca su mujer, Felisa, y vaya contando, a lo largo de seis días, el infierno que ha sido su vida desde que se casó con él. Una vida entera de sometimiento y de menosprecio, con malos tratos, físicos y psicológicos.
Desde las primeras páginas de Destrucción, el lector es testigo de una situación límite. Asiste a lo que parece ser un linchamiento, una ejecución a cámara lenta. ¿La mujer seguirá adelante, llevará sus planes hasta el anunciado final?
Destrucción nos presenta un caso de violencia de género en una época no muy lejana. Se ambienta en un mundo rural, hoy desaparecido. El autor lo conoce bien y nos lo va a transmitir fielmente a través de las palabras de Felisa. La vida en el campo en esa época era dura, pero también había momentos de alegría y celebración. La relación con la familia y con amigos y vecinos era muy estrecha, pero, a pesar de ello, nadie supo librarla de la tortura que estaba viviendo con su marido, ni sus propios hijos, igualmente víctimas.